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Pide que bibliotecas públicas den más libertad a menores

Autor: UDEM
Créditos: Archivo UDEM

Para Luis Valdez, las niñas y los niños deberían tener derecho a tomar los libros que quisieran en una biblioteca pública y que los eligieran como lo hacen con sus juguetes.

El autor de “Estíbaliz y la tormenta” (2000) y “Territorio de leones” (2006) relató la forma en que su hija pequeña toma libros de su juguetero y los hojea, porque tal vez para ella son como sus juguetes, pero él teme que en una biblioteca no le permitan a ella hacer lo mismo.

El escritor y cronista regiomontano ofreció una charla sobre su experiencia como lector, en el marco de la participación de la Universidad de Monterrey en la Feria Internacional del Libro de Monterrey 2018, a propósito del 10.° aniversario del Café Literario de la Biblioteca de esta casa de estudios.

En el Salón 101 de Cintermex, la tarde del lunes, Valdez narró a los asistentes cómo se inició en la lectura, buscando libros en las bibliotecas de su escuela o en los libros usados, para después convertirse en lector de Paul Auster, Albert Camus o Ernest Hemingway.

El cuentista y novelista destacó que existe un problema para convencer a la gente de que tener el gusto por un libro es como tener el gusto por la cartelera de sitios de retransmisión de contenido multimedia por internet, en donde la gente busca lo mismo una película de amor que un documental o cintas de horror o de ciencia ficción.  

“Lo que pasa es que hay mucha ingenuidad en México sobre todas las temáticas que nos pueden dar los libros (…) tenemos que exponerle a la gente toda la cartelera de libros, que sepan que realmente una librería es como un parque al que puede ir toda la familia; un parque en donde habrá libros para niños, para los adolescentes, para las mamás y para los papás”, expuso.  

Valdez señaló las diferencias entre literatura y realidad, en donde los momentos no son tan dramáticos ni se cierran de manera tan contundente como en la ficción: “eso es lo maravilloso de la ficción o de la literatura, en donde nosotros podemos ver que hay un círculo, pero en la vida nunca sabemos cuándo termina una historia”.

“A mí me parece que las historias no terminan con la muerte de alguien, sino que siempre hay un objeto o un recuerdo o una foto, que anda por ahí, y esa historia va a continuar cuando alguien se encuentre, cincuenta años después, una cajita con una foto”, indicó.

Agregó que él ha detectado un “síndrome” al que llama “efecto de lector lento intencionado”, que se presenta cuando faltan 10 páginas para acabar una novela y el lector no quiere que se acabe; si leyó 40 páginas por día y solo le faltan 10 o 12 al libro, la persona frena la lectura.

“A veces como lectores intimamos tanto con los personajes y nos gusta tanto lo que los personajes viven o está sucediendo en la novela que, cuando le faltan 10 páginas, uno tiene ese miedo como lector”, explicó.

Etiquetas: Biblioteca

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