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Transforman “ingresos extra” en proyectos de emprendimiento

Autor: UDEM
Créditos: Archivo UDEM

En algunos casos, era como un pasatiempo o  una afición; en otros, había entrado ya a una etapa de “negocio entre amigos” o de “ingreso extra”, pero ninguno se había arraigado tanto como un proyecto económico hasta que sus emprendedoras se involucraron en el programa Kimakul de la Universidad de Monterrey.

Algunas de ellas comprendieron lo valioso de hacer balances entre gastos y entradas, descubrieron nuevos territorios de la creación y el posicionamiento de una marca, pero, sobre todo, aprendieron a tener confianza en sí mismas y asumir desafíos, según lo comentaron las nuevas negociantes.

Un total de 37 mujeres fueron formadas durante un año en el diplomado con el que la UDEM promueve el desarrollo de mujeres emprendedoras, quienes encontraron sus propias vías de comercialización a precio justo, ya sea en un espacio determinado dentro de sus hogares, por servicio a domicilio, mediante la operación de una tienda en el campus universitario o exposiciones de comercio solidario.

Kimakul también impulsa la comercialización de los productos elaborados en los proyectos sociales que la UDEM promueve a través de los alumnos prestadores de servicio social dentro de las comunidades de escasos recursos que atienden en el área suburbana y rural.

Entre los productos que se comercializan, están los dulces regionales, artículos de joyería de fantasía, servicio de alimentos y artículos fabricados con materiales reciclados.

En el caso de Luz Patricia Gaytán Serna, los pasteles no eran más que una actividad de su tiempo libre, que la convertía en imprescindible en muchos festejos, hasta que tomó un curso de repostería que la proyectó a un desempeño más profesional, pero aún sin las bases para desarrollar su negocio.

Actualmente, cuenta con su comercio “Paty. Repostería fría y postres”, en el que logró mejorar la calidad de sus productos, llevar una contabilidad más controlada y desarrollar su marca a través de un banner, etiquetas en los productos, tarjetas de presentación y volantes.

“Es una gran diferencia de antes a lo que hago ahora: tenemos que hacer un producto de calidad y con imagen, antes solo envolvía con una bolsita y ahora tengo etiquetas con un diseño que me hicieron aquí”, comentó.

Luz Dalila Hernández Leyva comenzó elaborando tamales solo para consumo de su familia, al estilo de su natal Oaxaca −porque los encontraban en pocos lugares en el área metropolitana−, hasta que fue convirtiéndose en un negocio con una amplia variedad e, incluso, opciones veganas.

En una ocasión, fue invitada a participar en las jornadas de Camino a la Sostenibilidad, que organiza la Universidad de Monterrey, a través de su Centro de Solidaridad y Filantropía, en la exposición de comercio solidario, para después ingresar por fin al programa Kimakul.

En la siguiente exposición, de acuerdo a Hernández Leyva, su negocio “Oaxaquita” pudo lucir un crecimiento con mejor equipo, como un comal más grande y un refrigerador exclusivo para su comercio. 

“Ahora, tengo mi logo, mi lona, mi banner, las tarjetas de presentación, mi página en Facebook y el nombre del negocio, que me permite extenderme más en la comida, no solo en tamales; (el Kimakul) me ha servido mucho, porque te dan las herramientas para que sea realmente un negocio con una ganancia”, detalló.

Egla Miriam López Anzures, con ayuda de Kimakul, creó un proyecto de repostería saludable con productos integrales, al que denominó “Miss Delicias”.

“Yo no lo veía como negocio, era como compartirlo con la gente porque le gustaba, pero de un tiempo para acá empecé a hacer para vender, pero, igual que la mayoría, a ciegas”, narró López Anzures.

Agregó que Kimakul, como a otras emprendedoras, “les abrió los ojos” para trabajar el proyecto de forma integral, desde el hecho de separar los gastos, promoverse en redes sociales y a través de volanteo.

“A mí, lo que me gustó fue que (el Kimakul) maneja un desarrollo integral, porque también nos hablan de nuestro lado emocional, que a veces es lo que nos impide creernos que somos emprendedoras y que podemos salir adelante, que tenemos dones y habilidades”, señaló.

Otra de las habilidades aprendidas es la de hacer alianzas con sus compañeras, de forma permanente o a través de los mercados solidarios.

Concepción del Rosario Rangel Macías es rescatista independiente y tenía como hobbie el hacer arreglos a las mascotas caninas de sus compañeros, lo que luego derivó en un oficio que solo hacía a sus conocidos y vecinos, en un espacio de su casa.

Ahora, “Le guau, le miau” tiene servicio a domicilio para bañar y hacer cortes de pelo a perros y gatos, con atención especial a animales geriátricos o enfermos, lo cual es escaso, incluso en veterinarias.

“Ya doy tarjetas de presentación, porque antes solo daba mis datos en un papelito; esto es en serio, es un negocio; de esto podemos vivir; podemos tanto ayudar a nuestra familia como ser independientes”, indicó.

Otras de las graduadas, Gema Villalobos Ante, aprendió en su paso por Kimakul a aplicar el concepto de sostenibilidad a su comercio “Frutalmente deliciosas”, en el que usa vasos reutilizables, en lugar de los de unicel, para sus aguas naturales de sabores, en los que incluye la pulpa de la fruta.

Entre las cosas que descubrió, destaca el saber cómo enfocar su marca, el identificar a su competencia específica y el salir adelante, aún sin la colaboración de sus allegados, porque “no tiene que ser un proyecto familiar”.

Su experiencia en Kimakul la llevó a pensar en otras mujeres cercanas a ella, intentando actividades para tener ingresos extras.

“Realmente, te sientas y dices: estoy llevando mis números correctamente, estoy haciendo un producto bueno, y empiezas a ver a tu alrededor a mujeres que están trabajando como tú y no las habías identificado; al menos, yo quisiera que las que están cerca de mí tomaran este proceso”, manifestó.

Etiquetas: Emprendimiento , Kimakul

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