Premian investigación sobre cultura armada en el noreste histórico
El maestro del Departamento de Ciencias Sociales de la UDEM, Luis Alberto García García, obtuvo el primer lugar del XVII Premio Citibanamex “Atanasio G. Saravia” de Historia Regional Mexicana 2016-2017 por su investigación “Frontera armada: prácticas militares en el noreste histórico, siglos XVII, XVIII y XIX”.
Había una frontera como los límites de dos culturas, donde chocaban en este caso las tradiciones de los indígenas seminómadas, y después nómadas, contra la población hispánica sedentaria”, explicó el historiador.
El premio, convocado por Fomento Cultural Banamex, fue entregado de manos de Ernesto Torres Cantú, director general de Grupo Financiero Citibanamex y Banco Nacional de México, el mes pasado, en la Ciudad de México.
“Lo que pasa es que hay diferentes formas de frontera: no es una frontera política con un límite establecido, que es el Río Bravo, sino que también existe la palabra frontera que en realidad son los límites en donde tenía el Estado control; los límites donde se acaba una forma de vida y empieza otra”, explicó García García.
El profesor universitario mencionó que le ha llevado ocho años trabajar en este proyecto de “La frontera armada…”, aunque ha realizado investigación sobre el mismo tema desde 13 años atrás, lapso durante el cual escribió la obra “Guerra y frontera”.
“Más que el movimiento armado es la cultura que se desarrolló de autodefensa en una situación de frontera, en donde habían conflictos y ataques: cómo esto generó cierta cultura en la región, cómo también va de la mano la participación política de la organización militar; es el caso de ciertas costumbres y tradiciones que venían de la época medieval, por ejemplo, hacer revistas militares los días 25 de julio, que es el día de Santiago Apóstol”, narró.
Su estudio sobre la frontera abarca no solo el noreste histórico –que es Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y sur de Texas–, sino que engloba la región, en una investigación de larga duración: el periodo que abarca es muy amplio.
“No solo hablo de una historia militar, sino de cómo ciertas tradiciones militares afectaron la cultura local”, señaló.
Las poblaciones se cohesionaban en una sola comunidad debido a la intervención de enemigos externos y se organizaban en torno a esos ataques indígenas, relató, entonces ya se llamaban “vecinos”, que era la categoría de ciudadano en el siglo XVIII.
La población se tenía que armar a su costa; ya había ciertas leyes para la forma de adquirir armas de fuego, pero eso era a cuenta de los habitantes de la región”, destacó.
Este estilo de vida también influyó en la arquitectura clásica norestense, de acuerdo con el investigador reconocido, ya que las haciendas tenían todo cercado, con dos entradas que se podían cerrar para defenderse de un ataque, además de que las casas tenían troneras, que eran para sacar el rifle o el arcabuz.
“La necesidad de tener este tipo de tradiciones desaparece y, después de la segunda mitad del siglo XIX, se estabiliza la región; se desarrolla el comercio, se industrializa, entonces, va desapareciendo”, comentó.
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