Proponen rediseño de Plaza Acuario con enfoque ecológico y educativo

- Tres alumnas de la Universidad de Monterrey plantearon un rediseño de la Plaza Acuario de Veracruz, en su trabajo Acuariofilium: fusión entre el hábitat humano y el acuático. Propuesta de transformación de la Plaza Acuario en Veracruz, como Proyecto de Evaluación Final para graduarse de la carrera de Arquitectura
Un grupo de estudiantes de la Universidad de Monterrey propuso la transformación integral de la Plaza Acuario de Veracruz, no solo para recuperar un espacio urbano en deterioro, sino también para reconectar a la comunidad con su identidad cultural y natural.
La propuesta apuesta por un diseño arquitectónico innovador que revitalice el área, enriquezca la experiencia de los visitantes con un enfoque educativo y garantice condiciones óptimas para la vida marina bajo cuidado humano.
El proyecto, titulado Acuariofilium: fusión entre el hábitat humano y el acuático. Propuesta de transformación de la Plaza Acuario en Veracruz, fue desarrollado por Isabel Aguilar Muslera, María Fernanda Lorenzo Contreras y Ana Luisa Salazar Lara, con la asesoría del profesor Manuel Muñiz Pinzón. La investigación se presentó como parte del Proyecto de Evaluación Final para concluir la carrera de Arquitectura en la UDEM.
Las autoras trabajaron este planteamiento durante el semestre Primavera 2025, aplicando metodologías de análisis urbano y diseño sustentable, con el fin de ofrecer una solución funcional, ecológica y socialmente relevante para la ciudad de Veracruz.
REDISEÑO PARA REVITALIZAR EL ENTORNO
La propuesta consistió en sustituir la actual plaza por un nuevo acuario que abarcara todo el espacio y ofreciera una experiencia inmersiva, educativa y ambiental. Las estudiantes concluyeron que esta transformación permitiría reconectar a la comunidad con su entorno marino y cultural.
A lo largo del proceso, las investigadoras validaron su hipótesis mediante observación directa, entrevistas a expertos y usuarios, así como el análisis de casos internacionales. Detectaron patologías físicas, sociales y funcionales del lugar, y propusieron una solución contextual con base en la arquitectura biofílica y sustentable.
Durante el desarrollo de Acuariofilium, Isabel Aguilar Muslera explicó que una de las preocupaciones centrales fue el estado físico del edificio actual. Identificaron daños estructurales severos atribuibles a la humedad y salinidad propias del entorno costero.
Es muy probable que toda la estructura de acero del edificio ya esté corroída, se encuentran humedades, ya la pintura se ve mal, hay muchas grietas”, detalló sobre las patologías que evidencian el deterioro general del recinto.
El equipo también recabó opiniones de los locatarios, quienes revelaron que el espacio carecía de clima acondicionado, un elemento esencial en el contexto veracruzano. Esto impactó directamente en la actividad comercial, agravada durante la pandemia.
“Nos han dicho que ya no existe el clima acondicionado, aquí en Veracruz es primordial, por la falta de mantenimiento, se cerraron muchísimos locales”, agregó Aguilar Muslera.
Isabel enfatizó que la intervención de fachada reciente no resolvió los problemas de fondo. La transformación planteada por las alumnas incluía no solo un rediseño arquitectónico, sino la sustitución del edificio por completo.
“Se hizo una intervención de la fachada, pero (adentro) sigue estando igual; se ve claramente que es como un parche en vez de resolver el problema desde la raíz”, afirmó.
ARQUITECTURA PARA EL VÍNCULO HUMANO-MARINO
El diseño integró materiales resistentes a la salinidad y flujos arquitectónicos que respetan tanto las condiciones naturales del sitio como las dinámicas sociales. Propuso además demoler y reciclar el edificio existente para dar paso a una estructura más adaptable y consciente.
Las egresadas sostuvieron que el acuario debía dejar de ser un espacio meramente recreativo para convertirse en un hábitat de aprendizaje y conciencia ambiental. Acuariofilium reinterpretó la tipología del acuario, integrando arquitectura y biodiversidad en una experiencia única.
La propuesta contempló sustituir la Plaza Acuario por un nuevo acuario con potencial turístico y económico, considerando que el recinto actual genera más de 125 millones de pesos anuales. Además, el costo de remodelar el edificio superaba los 300 millones de pesos.
“Planeamos demoler la plaza, ya que reparar un edificio con estas índoles tiene un costo aproximado de 18 mil pesos por metro cuadrado”, sostuvo Aguilar.
En términos de diseño, la propuesta se inspiró en el principio de arquitectura no invasiva y en el uso de materiales adaptables al entorno, como el cobre, que forma una pátina protectora con el tiempo.
“Proponemos hacer una cubierta de cobre […], se oxida y termina siendo un color azuloso, como es la estatua de la libertad”, explicó, relacionando esta transformación con la fusión simbólica entre mar y ciudad.
El proyecto también incluyó una visión paisajista que privilegiara el uso comunitario del espacio. Se propuso una plaza central a un nivel inferior del suelo, con sombra y áreas accesibles para transeúntes y personas en situación de calle.
“Actualmente, se encuentran muchos (vendedores) ambulantes en la zona y no tienen un espacio digno; lo que nosotras estamos haciendo es utilizar este sitio para abrirlo a la comunidad”, señaló.
Asimismo, se planteó integrar un embarcadero para pescadores y lancheros, que actualmente carecen de infraestructura apropiada, promoviendo así la inclusión de actores locales.
“Se propone generar un embarcadero para esta comunidad y las personas que no tienen un lugar para estacionarse en sus lanchas,” detalló.
En el eje ecológico, el proyecto incorporó un centro de conservación marina y una zona para la repoblación de tortuga golfina, especie emblemática en Veracruz que carece de espacios adecuados para su preservación.
“Se está pensando poner salas para que estas mismas se repueblen […] y la tortuga es la tortuga golfina”, indicó.
UN PUENTE ENTRE CIUDAD Y NATURALEZA
El resultado fue una propuesta que revitaliza el tejido urbano, impulsa el turismo y fortalece el vínculo entre la ciudad, su población y el océano. Acuariofilium no solo representó una solución arquitectónica, sino un llamado a rediseñar la manera en que habitamos y entendemos nuestro entorno. Con esta visión, las autoras demostraron cómo el diseño puede ser una herramienta de transformación profunda para las comunidades costeras.
Isabel subrayó que el acuario propuesto no sería solo un sitio de exhibición, sino un espacio formativo. Se diseñaron hábitats naturales replicados mediante biofilia, con áreas educativas y laboratorios de observación.
“El concepto está arraigado a que sea un espacio de educación y fomentación; no son peceras, son hábitats naturales”, puntualizó.
La ahora arquitecta concluyó que Acuariofilium responde a una necesidad apremiante para la ciudad y que buscarán compartir la propuesta con autoridades estatales interesadas en mejorar los espacios públicos: “sí creemos que es un proyecto que hace muchísima falta”.
Por su parte, el profesor Manuel Muñiz Pinzón subrayó que el proyecto se distinguió desde sus primeras etapas por un enfoque metodológico riguroso, respaldado por fundamentos teóricos sólidos que permitieron tomar decisiones coherentes en cada fase del diseño arquitectónico.
“Su proceso de diseño destaca por el nivel de resolución, la sensibilidad contextual y la claridad conceptual, alcanzando un estándar gráfico y técnico comparable al de concursos internacionales de arquitectura”, afirmó el asesor académico.
Asimismo, destacó que Acuariofilium representa una reinterpretación profunda de la tipología del acuario, al transformar un espacio urbano degradado en una infraestructura educativa y ecológica con un enfoque inclusivo y sostenible.
“La propuesta responde a las condiciones físicas del sitio, las dinámicas sociales y la biodiversidad marina, y se alinea con los principios del diseño universal y la arquitectura técnica contemporánea”, declaró Muñiz Pinzón.
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