Reflexionan sobre inclusión y derecho a la diferencia
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Inicia actividad de Semana Morada - Semana Internacional contra la Violencia hacia la Mujer Construyendo espacios seguros 2021, en la Universidad de Monterrey
Con una panel sobre el derecho a la diferencia y la inclusión, dio inicio este lunes la segunda Semana Morada - Semana Internacional contra la Violencia hacia la Mujer Construyendo espacios seguros 2021, en la Universidad de Monterrey.
En la plática virtual El camino a la inclusión, un acto de apertura y transformación social, participaron Pamela Alejandra Cacciavillani, profesora-investigadora en la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales de la UDEM; y María Luisa Berzosa González, religiosa de la Congregación de la Hijas de Jesús, desde Roma.
El panel fue moderado por Paola González Castro, directora del Departamento de Psicología de la UDEM, y, previamente, el ciclo fue inaugurado por Isabella Navarro Grueter, vicerrectora de Formación Integral de esta casa de estudios; y Marcela Chavarría y Chavarría, directora del Centro de Equidad de Género e Inclusión (CEGI), organizadora del evento.
En su mensaje de inauguración, Navarro Grueter dio la bienvenida a asistentes y participantes y recordó la apertura del CEGI, hace un año, con la realización de la primera Semana Morada.
Espero que este sea un espacio de reflexión, de diálogo y de aprendizaje conjunto para quienes conformamos la comunidad UDEM y que nos permita avanzar en nuestro propósito de contribuir a la transformación de la sociedad a través de la formación basada en la apertura, el respeto y la equidad”, manifestó.
Por su parte, Chavarría señaló que la construcción de espacios seguros es el reto del Centro y que lo está trabajando mediante tres ejes estratégicos que hemos diseñado: la formación basada en la apertura y el respeto, la atención de casos de violencia de género y la vinculación con otras instancias dentro y fuera de nuestra comunidad.
“Nuestra responsabilidad como institución educativa y también como actores sociales es formar en el respeto de la dignidad del ser humano y reconocer los derechos humanos de cada persona, actuando en apego de una cultura de la legalidad”, indicó.
Durante su intervención, Cacciavillani destacó que existe un andamiaje jurídico de normas que establecen la igualdad y la inclusión, pero aclaró que la norma per se no generará una condición de efectividad.
“La inclusión de las mujeres a gozar de su pleno derecho civil generó una apertura, porque permite que las mujeres entren empoderadas en el ejercicio de sus derechos y que transformen la sociedad, pero esa inclusión siguió generando espacios de exclusión”, advirtió.
Agregó que la exclusión latente, previa y necesaria para que se dé el fenómeno de la inclusión se transformó en una agenda pendiente que una generación posterior, ya con el ejercicio garantizado pleno de sus derechos civiles, pudo empezar a gestionar para generar nuevos espacios de inclusión.
La catedrática subrayó que las sociedades democráticas se basan en la diferencia, pero que la idea de generar situaciones abstractas y tratar de englobar toda la diversidad en un único concepto “es extremadamente violento y no funciona, es rígido”.
“Cuándo tenemos flexibilidad, a pesar de condiciones extremas, (la inclusión) se mantiene; a la palabra diferencia no hay que tenerle miedo; no es malo ser diferente, cuando se crea un nosotras o nosotros se crea frente a una otredad”, expuso.
“Pero la clave en una vida democrática y en un ejercicio de la política es ver a la otredad como un adversario o adversaria, a quienes jamás se les va a cuestionar su derecho a la diferencia: tienen una existencia legítima y tenemos el deber de tolerarlo”, afirmó.
Por su parte, Berzosa González abordó su experiencia en la “acogida de la diversidad en la Iglesia”, pero aclaró que esa palabra no basta, ya que es necesario integrar a la sociedad y ese proceso tiene que realizarse en acompañamiento.
“La diversidad es una riqueza y no siempre se vive como riqueza, se vive como amenaza, como peligro, y tenemos una serie de grupos: divorciados y vueltos a casar, sacerdotes secularizados, en España, hay un movimiento muy fuerte a favor de un celibato optativo, migrantes, refugiados, desplazados…”, enumeró.
Todos somos diferentes y tenemos muchos prejuicios y etiquetas, entonces, hacemos esos nombres plurales y colectivos a los que les hablamos con desprecio, pero ¿quién es el diferente al que yo no admito? No hay nombres ni rostros, son como invisibles, a veces no constan ni en las estadísticas, y esto es una forma de violencia y de exclusión”, enfatizó.
Por otro lado, la también integrante de la Comisión de Espiritualidad, en El Vaticano, destacó el fenómeno de quienes ya tienen una posición de autoridad y abusan de ella sobre quienes tienen a su cargo, por lo que no hay una línea de igualdad ni de horizontalidad.
El programa de la Semana Morada puede consultarse aquí, así como registrarse a las conferencias.
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