Reflexionan con la magia de Nuestro pueblo en el Teatro UDEM

- El Taller de Teatro de la Universidad de Monterrey llevó a escena la obra de Thornton Wilder, revitalizando y rindiendo un homenaje al dramaturgo estadounidense
El pasado fin de semana, el escenario del Teatro UDEM se transformó en el nostálgico pueblo ficticio de Grover’s Corners. Con una interpretación bien lograda de la obra clásica Nuestro pueblo, de Thornton Wilder, el Taller de Teatro de la Universidad de Monterrey ofreció una experiencia reflexiva y memorable para los asistentes.
Bajo la dirección de Hernán Galindo, la puesta en escena contó con un elenco conformado por estudiantes de nivel profesional y preparatoria, así como exalumnos y colaboradores de esta casa de estudios, quienes dejaron en claro que la atracción por el teatro trasciende generaciones.
La puesta en escena de la pieza del dramaturgo, escritor, novelista y guionista estadounidense, ganador de tres Premios Pulitzer, se presentó el fin de semana pasado, en el Teatro UDEM, con doble función diaria.
Desde el primer momento, el público fue transportado a un rincón atrapado a finales del siglo XIX, lleno de emociones universales. El narrador, figura clave de la obra, guio la historia con habilidad y ritmo, entretejiendo los recuerdos y vidas de los habitantes de Grover’s Corners.
Este recurso, lejos de limitarse a una crónica lineal, llevó a los espectadores por una montaña rusa emocional al explorar los ciclos de la vida: la rutina, el amor y las despedidas inevitables.
La representación destacó por su capacidad de evocar dimensiones paralelas. Por un lado, el relato de los personajes vivos llenó la sala de emociones cotidianas, y por otro, la conexión sobrenatural con las personas fallecidas del pueblo agregó profundidad a la narrativa.
Estas dimensiones convergieron en momentos cargados de simbolismo y reflexión, demostrando la habilidad de la obra para conectar con la experiencia humana.
Uno de los aspectos más destacados de la obra producida por Jaime Álvarez fue la elección de una escenografía minimalista ‒elaborada por Julio Rivas, Ismael Rivas y Jaime Alvarez‒, que dejó espacio para que la imaginación de los asistentes complementara los ambientes rurales, los espacios familiares o públicos, las arquitecturas decimonónicas.
Con elementos cuidadosamente seleccionados, el montaje sugirió los paisajes y espacios de Grover’s Corners sin caer en clichés visuales. La iluminación, por su parte, se convirtió en una aliada para recrear la atmósfera de épocas pasadas, destacando matices que reforzaron la narrativa.
El Taller de Teatro de la UDEM demostró un compromiso genuino con su interpretación, logrando que los personajes se sintieran palpables y auténticos. Los diálogos se desarrollaron con precisión y emoción, mientras los gestos y movimientos corporales añadieron capas de complejidad a la obra.
Nuestro pueblo recordó a los asistentes sobre el valor de las pequeñas cosas: un gesto cariñoso, una conversación genuina, o incluso la contemplación de un amanecer. Estos pequeños pero valiosos momentos del día a día, que a menudo pasan desapercibidos, fueron enmarcados con gran fuerza por la representación escénica.
El elenco recibió una ovación al cierre. La interpretación no solo rindió homenaje al texto de Wilder, sino que también logró revitalizarlo con un toque fresco y personal.
El montaje contó con la dirección corporal de Jaime Sierra; el maquillaje y peinado estuvo a cargo de Pinna Di Constanzo; la iluminación fue operada por Jaime Sierra, José Cristerna y Jaziel Ávila; el diseño y realización de vestuario, de Raúl Ozuna; y la musicalización, de Luis Guerrero y Alexia Hernández.
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