Sulamit Elizondo
Sulamit Rebeca Elizondo Villarreal (LEHS’02) ha presentado su obra plástica en varios museos de Monterrey como el Centenario, Marco, Galería Puerta Rosa, y la Galería Drexel donde en 2016 presentó su colección Hermano Lobo. El resultado de este trabajo fue la búsqueda por comprender el significado de la dualidad, la cual encontró en los lobos en donde el carácter tierno y feroz de estos animales se entrelazan.
Sulamit considera que sus piezas son más subjetivas y personales, con temáticas como el arquetipo de la sombra de Jung, la conciencia individual, su camino espiritual, y la dualidad. “Mis piezas han participado en la feria de Dallas varios años, han estado en Morelia en la Galería El Estudio y en Nueva York en Garis and Hanh (entre otras)”, nos comentó sobre otros lugares donde ha tenido sus piezas.
Sobre sus inicios en la pintura, Sulamit nos dijo: “En realidad no hay un momento específico del inicio de mi trayectoria porque siempre ha sido parte de mí. Sin embargo, sí debo mencionar que mucho de lo que ahora sé, lo sé por todos aquellos maestros que me guiaron, que compartieron su sabiduría, y que me dejaron ser y experimentar. Se los agradezco profundamente".
Antes de darle un giro a su trayectoria y dedicarse a la pintura, cuando terminó la carrera de Licenciado en Estudios Humanísticos, se dio cuenta que necesitaba seguir estudiando y que necesitaba enfocarse en una de las tantas materias que vio y escogió, psicología transpersonal. Durante la tesis para su maestría, elaboró un programa de inteligencia emocional que se aplica como materia en algunos colegios a nivel primaria y secundaria: “Por un tiempo continué con ese trabajo. Lo introduje al colegio Euroamericano y ellos lo fueron adaptando a sus necesidades. Pero la pintura siempre me acompañó durante todo mi trayecto y no me di cuenta que era el amor de mi vida hasta que no tenía tiempo para atenderla".
Recordando su tiempo en la UDEM, Sulamit nos dijo:
"Fue maravilloso. Mis compañeros y maestros me llenaban de información y me hacían cuestionar y volverme a cuestionar tantas cosas que había tomado como verdad y que realmente no lo eran. Mis clases de filosofía se asemejaban a aquellas tertulias que se realizaban en secreto en España en los tiempos de Franco, o al menos así me las imaginaba. Las clases de literatura feminista con Irene Vegas nunca escaseaban de emociones fuertes, y todavía recuerdo un ejercicio que me sacudió en un taller de psicología que a partir de ese momento ya no volví a ser la misma. ¡Regresaría en un instante!”