De la “historia de los hombres” a los movimientos por la equidad
- Las profesoras de la Universidad de Monterrey Antonieta Gutiérrez Falcón, de la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales, y Consuelo Jiménez Fernández, de la División de Ingeniería y Tecnologías, hacen una reflexión sobre la inequidad de género en la historia y los movimientos de lucha por los derechos de las mujeres.
Miles de mujeres actualmente realizan marchas alrededor del mundo para recordar y convocar a la búsqueda de equidad de género, a propósito del Día Internacional de la Mujer, establecido por Naciones Unidas.
Pero hubo una época en la que las mujeres no podían votar ni ser votadas, no podían estudiar y ni siquiera podían recibir el reconocimiento de la autoría de una obra literaria o un descubrimiento científico, como lo refirió Antonieta Gutiérrez Falcón, profesora de la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey.
Fueron los casos de Mary Shelley, quien no pudo firmar con su nombre los primeros ejemplares de su Frankenstein o el moderno Prometeo, sino que fue atribuido a su esposo, Percy Bysshe Shelley; Sidonie-Gabrielle Colette publicó sus primeras obras literalmente suplantada por su primer marido, Henry Gauthier-Villars, en pleno siglo XX; la francesa Amantine Aurore Lucile Dupin firmaba como George Sand; y la española Cecilia Böhl de Faber y Larrea se ocultó bajo el seudónimo de Fernán Caballero.
“Muy pocas mujeres tuvieron acceso a los estudios, por ejemplo, Sor Juana se tuvo que disfrazar de hombre para poder estudiar, porque no tenían acceso a la Universidad; realmente, había una limitación muy fuerte”, expuso.
Ya en el siglo XX, algunas científicas pudieron obtener reconocimiento por su trabajo, como Marie Curie, la primera mujer como profesora en la Universidad de París y la primera persona en ganar dos premios Nobel en distintas especialidades (Física y Química), pero otras mujeres no tuvieron la misma suerte.
Es el caso de la matemática serbia Mileva Maric, casada con Albert Einstein entre 1903 y 1919, de quien todavía se discute si sus aportaciones fueron determinantes para las teorías del físico alemán, incluyendo la Teoría de la Relatividad, como lo sugieren algunos documentos y correspondencia entre la pareja, además de que el científico le cedió parte de los beneficios del Premio Nobel.
Para Consuelo Jiménez Fernández, profesora de la División de Ingeniería y Tecnologías de la UDEM y embajadora del Movimiento STEAM en Nuevo León, Maric fue pieza clave en el trabajo de Einstein, pero no fue reconocida por eso.
La también profesora de proyectos de consultoría de desarrollo de software señaló que las fotografías de rayos X de la química británica Rosalind Franklin fueron claves para el trabajo de doble hélice del ADN de James Watson y Francis Crick, quienes obtuvieron el Premio Nobel, sin reconocer el trabajo de la científica hasta años después.
Gutiérrez Falcón agregó que, en general, no se reconocía el papel de muchas mujeres dedicadas a la ciencia, sino que eran más reconocidos los científicos hombres, “usualmente porque las mujeres trabajaban a la par con los maridos”.
En cuanto al aspecto laboral, aún a principios del siglo pasado, según la profesora del Departamento de Ciencias Sociales de la UDEM, hubo muchas áreas de trabajo a los que las mujeres no podían tener acceso; fundamentalmente, estaban destinadas a las áreas de salud y la educación, porque “esos tipos de roles estaban muy vinculados a los roles femeninos tradicionales”.
Las mujeres no tenían la autorización para manejar sus bienes y tampoco podían heredar, tenían que tener albacea para que ellos pudieran administrar los bienes de las mujeres”, explicó.
LOS MOVIMIENTOS POR LA EQUIDAD
Las mujeres comenzaron a tomar las calles desde el 8 de marzo de 1857, en Nueva York, cuando miles de trabajadoras textiles protestaron por sus condiciones laborales, de acuerdo con Gutiérrez Falcón.
Después de una serie de movilizaciones y huelgas –como la de 1909–, el episodio más trágico ocurrió en 1911 por el incendio de una fábrica de camisas en la misma metrópoli, con un total de 123 mujeres y 23 hombres fallecidos.
La primera fecha se tomó como referencia para institucionalizar el Día Internacional de la Mujer por las Naciones Unidas, en 1975.
“Las primeras manifestaciones por la lucha por la equidad y las mismas oportunidades de poder participar a nivel social, político, económico, se remontan a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando toma más auge, porque anteriormente las mujeres estaban en una condición de bastante sometimiento”, narró.
La también Doctora en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y egresada de la Licenciatura en Sociología de la UDEM explicó que el movimiento feminista ha creado varias “olas”, que tienen que ver con la forma en que se organizó históricamente cada etapa.
Una de las “oleadas” fueron muy intensas en la búsqueda del voto y otras se inclinaron por refutar marcos teóricos con una perspectiva masculina, como fueron las escritoras Simone de Beauvoir y Betty Friedan, para concluir que el género es un concepto cultural, creado históricamente en un contexto social.
Se podría decir que la historia de la humanidad es la historia de los hombres, no de las mujeres; las mujeres han permanecido como personas que están detrás del hombre”, indicó la profesora universitaria.
Gutiérrez Falcón también reconoció que el feminismo, como movimiento, ha evolucionado, después de las críticas iniciales que tuvo al considerarse solo una iniciativa de mujeres blancas occidentales, por lo que se tuvo que replantear como una iniciativa más inclusiva.
“En el caso de la tercera ola de feminismo es cuando se da más conciencia, hay muchos grupos de mujeres y hay que tomar en cuenta muchas características diferentes de las mujeres; por un buen tiempo, se habló de ‘la mujer’, pero después se dieron cuenta que había que hablar de ‘las mujeres’, porque no todas somos iguales, no tenemos las mismas condiciones de vida ni las mismas oportunidades, ni posiciones sociales que nos llevan a tener o no beneficios”, expuso.
La catedrática destacó que, para la cuarta ola, hubo un cambio más radical en relación a los papeles tradicionales de las mujeres, mientras que, en los últimos cinco años, a nivel internacional, se ha impulsado la búsqueda de la libertad, la eliminación de la violencia física y psicológica y la igualdad en las condiciones laborales.
“Las mujeres están luchando por la igualdad salarial también, por tener los mismos puestos de trabajo en las empresas que los hombres; las mujeres no quieren ocupar el lugar de los hombres: quieren compartir con los hombres las decisiones que toman, no reemplazarlos”, aclaró.
Entre los datos sobre brechas salariales a nivel mundial, Gutiérrez Falcón destacó que se calcula que las mujeres tendrían que trabajar una semana extra para poder ganar lo mismo que los hombres, pero, en algunos lugares, se les paga 20 % menos y, en otros, 30 % menos.
La profesora de la UDEM narró que se realizó en Monterrey una investigación, hace algunos años, con encuestas aplicadas en 180 empresas, que arrojaron que “el famoso techo de cristal del que todos hablan existe de una manera impresionante, pero la gente no lo percibe”.
Agregó que, si las mujeres escalan en el organigrama en una organización, se quedan solas, porque casi no hay mujeres en los puestos ejecutivos, y al asistir a juntas, se topan con que las decisiones ya están tomadas, porque los hombres salen juntos los fines de semana y adelantan los temas, con lo que ellas quedan excluidas.
Sobre las movilizaciones en las calles de los últimos años, Gutiérrez Falcón lamentó que en México existe una intención de sabotaje, ya que el movimiento en sí tiene una legitimidad y credibilidad, porque se lucha por causas justas, pero hay mujeres que hacen pintas o dañan edificios, que son “gente infiltrada, que está pagada para hacer los desastres”.
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