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Reconocen a profesora de la UDEM por promover convivencia en familia

02 Ago.2019
Autor: UDEM
Créditos: archivo UDEM

A la hora de la comida en las mesas mexicanas, no solo falta elevar el nivel de nutrientes con frutas y verduras de temporada y de la región, sino la sana convivencia que surge de compartir en familia el consumo de los alimentos.

Tras cinco años de promover en diferentes ciudades en el país la importancia de este rito familiar que ha ido desapareciendo conforme surgieron mayores distancias y un ritmo de vida cada vez más absorbente, Angélica Quiroga Garza, profesora investigadora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Monterrey, obtuvo el Premio Mexicano de Psicología 2019.

Este reconocimiento –dividido en cinco categorías– es otorgado por la Federación Nacional de Colegios, Sociedades y Asociaciones de Psicólogos de México, A. C. (FENAPSIME), que reúne a los colegios, asociaciones y escuelas de Psicología del país.

Quiroga Garza recibió el premio el pasado 17 de mayo en la categoría de Servicios a la Comunidad por su participación en el programa Comer en familia, una iniciativa de la UDEM, en coordinación con los Bancos de Alimentos y Fundación Femsa.

“Se busca que las personas puedan alimentarse de manera nutritiva y al mismo tiempo se promueven las prácticas de comida que desde mucho tiempo han probado ser buenas para la fortaleza de las familias, en donde la familia siga siendo el centro y todos sus miembros crezcan con el sentido de pertenencia a la familia y a la región”, manifestó.

Este proyecto –que inició con el Banco de Alimentos de Saltillo en 2014 y después se ha extendido a 12 Bancos de Alimentos desde 2017 en diferentes ciudades del país– tiene una participación multidisciplinaria con profesionales de Medicina, Nutrición, Psicología y Trabajo Social.

“No es solamente el alimento en sí mismo, sino la parte de la convivencia y de estrechar los vínculos entre los miembros de la familia”, insistió Quiroga Garza.

La aportación de la UDEM consiste en la capacitación de quienes se han denominado dentro del programa como “educadores nutricionales”, que ofrecen talleres en los diferentes centros de salud a los vecinos de las comunidades, así como en la evaluación del impacto de estas actividades.

De hecho, la investigadora de la UDEM señaló que está en vías de publicación un artículo en el que se presentan los resultados del proyecto, como el que las personas mejoran su nivel de hemoglobina y descienden los casos de anemia, incluso, algunas personas bajan de peso, aunque no es la finalidad del programa.

Además, las y los menores de edad eliminan la anemia y presentan mejoras en su desarrollo cognitivo, que es evaluado por el Departamento de Psicología de la UDEM.

“Más allá de su valor para la sobrevivencia, la comida representa la oportunidad de la convivencia con los demás… tradicionalmente, en el pasado era más fácil que hoy en día poder comer en familia; con el tiempo esto se ha ido modificando; inicialmente, la gente desayunaba, se iba al trabajo o a la escuela, luego regresaba a comer y podía volver a sentarse a conversar, que es la parte importante”, relató la catedrática.

Agregó que el ritmo de vida es actualmente más rápido, por lo que es más difícil hacer coincidir los horarios de todos los miembros de la familia y es menos probable que puedan comer todos juntos.

Ahora, en algunas familias solo se reúnen los fines de semana, porque a veces ni siquiera para cenar”, mencionó.

En esta época, comentó Quiroga Garza, las personas delas comunidades en donde se desarrolla el programa salen a trabajar a otras comunidades o a ciudades que están lejanas de sus lugares de residencia, por lo que algunos padres y madres de familia no regresan hasta el fin de semana.  

“A veces, las que acuden a los talleres son las abuelas, porque las madres están trabajando, es un poco complicada la vida en estos tiempos”, expresó.

Para la catedrática, lo ideal sería todos los miembros de la familia pudieran reunirse al menos una vez al día, pero en muchas ocasiones se descuida esa parte, por el ritmo de trabajo, a pesar de que las fuentes laborales contemplen sus horarios marcados de 48 horas a la semana.

 

“Sería más una cuestión de hacer conciencia a los padres y madres de familia de la importancia que tiene el convivir y de estar en familia”, afirmó. 

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