Son el futuro de la biomedicina
Una víctima de quemaduras o un paciente en espera de un órgano bien podrían encontrar el alivio a su condición en la tesis de tres jóvenes de la Universidad de Monterrey.
Daniela Sarahí de León Yáñez, Wendy Gabriela García García y Mónica Rivera Dávila, del programa académico de Ingeniería Biomédica (IBI) presentaron su Proyecto de Evaluación Final (PEF) “Adaptación de Polímeros de alginato de sodio y nanopartículas como sustituto de matrices tisulares”, cuyo objetivo era generar un material para sustitución o regeneración de tejidos vivos por medio de hidrogeles.
Este proyecto se desprendió de un PEF que estaban trabajando otros compañeros de la carrera, pero lo que Daniela, Wendy y Mónica hicieron fue encaminarlo en una investigación más puntual y una aplicación más amplia.
“Nosotras quisimos continuarlo y trabajar ahora con diferentes nanopartículas y también tratar de moldear el material, ya que los resultados de los proyectos anteriores eran muy grandes, gruesos, no se podían manipular y no se podían experimentar más cosas con ellas. Entonces nosotras moldeamos los materiales, les hicimos pruebas para ver su resistencia y compatibilidad en un medio fisiológico, es decir, un organismo vivo”, explicó Wendy.
En el campo de la ingeniería de tejidos ya se está trabajando para sustituir o regenerar el hueso, pero lo que las ingenieras crearon fue un material que pueda ser usado en órganos o en la piel.
Vimos la necesidad. Aquí en México no existen bancos de sustitutos. Inicialmente, (la investigación) fue de huesos, pero luego vimos que también se podría usar para sustitutos de piel y otros tejidos. Este proyecto es importante, pues prácticamente no existen esos lugares y esa tecnología, por lo que intentamos desarrollarla”, agregó Mónica.
Fue gracias a esa asertividad y curiosidad por conocer las posibles aplicaciones de esta tecnología, lo que llamó la atención de Laura Peña Parás, profesora del departamento de Ingeniería, y convenció a Román Vidal Tamayo Ramírez, profesor de la UDEM, para ser su asesor de PEF. De esta decisión no se arrepentiría, pues el equipo redefinió los estándares de calidad y de presentación de los PEF de la carrera.
“Es sobresaliente la independencia del equipo. Ellas fueron las que llegaron conmigo y me dijeron que querían trabajar con animales y, por fin, brincar la brecha que había de trabajar en el laboratorio a ver qué pasaba al trabajar en un organismo completo. Ese ímpetu nos llevó a montar todo un espacio nuevo en el cual trabajar aquí en la UDEM. Fue muy bueno tener esa actitud, porque nos permitió desarrollar muchísimos más proyectos y más ambiciosos que responden preguntas más interesantes. Ellas se fijan una meta y la cumplen, así que cada semana, literalmente, me perseguían para mostrarme los resultados”, compartió Tamayo.
El PEF de Daniela, Wendy y Mónica es sólo un parte de una investigación mucho más amplia de la ingeniería de tejidos, pero sinceramente esperan que su trabajo inspire a otros estudiantes de la Universidad de Monterrey a seguir trabajando con esta temática y que en el futuro esta tecnología ayude a una mayor cantidad de personas.
“Además de tener un efecto positivo en la salud de las personas, puede reducir los costos de muchos tratamientos, eso es muy gratificante; se puede ayudar a más gente”, comentó Daniela, quien agregó que la creación de materiales para la sustitución y regeneración de tejidos puede “ser una solución a la falta de donadores”.
“Permitirá que se encuentren soluciones ‘hechas a la medida’ para cada paciente. Con nuestro proyecto esperamos aportar un poco más a la ciencia y al conocimiento humano; queremos que a partir de estos descubrimientos se puedan seguir generando respuestas a muchas preguntas de investigación y que nuestro trabajo sea el fundamento de algún tratamiento en un futuro no muy lejano”, finalizó la joven.
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